martes, 15 de diciembre de 2009

Un trago amargo (a Ramón Sampedro)

... seguramente llegará un día
en que la realidad se confunda con la ficción;
habrá un lugar donde volemos
a espacios infinitos sin descubrir,
que volemos con la misma facilidad
con la que respiramos,
un lugar en el que vivir sea fácil,
donde me encontraré contigo
y me descubras las verdades
que te llevaron a beberte la vida
en un trago amargo de escasos segundos...

... Anoche soñé contigo, me descubrí leyendo tus versos, que a la vez son tus verdades, LA VERDAD; son pequeños fragmentos de una vida que un día decidiste abandonar, no por no sufrir, sino por no hacer sufrir al que tienes a tu lado. Te bebiste la vida de un trago. No puede haber alguien tan intenso como tú, alguien que en plena juventud, en la plenitud de la vida; vive, da la vuelta al mundo, conoce lugares que ni nuestra imaginación es capaz de alcanzar, conoce culturas diversas en las que sobretodo descubres a las personas, y por qué no, conoce mujeres porque siempre fuiste un gran conquistador, mujeriego romántico y con el significado de la palabra amor grabado en tu corazón. Pero tu verdadero amor era la mar, esa musa que te abrazaba en cada uno de tus viajes, esa que te cuidaba cuando las tempestades envolvían tu barco, esa que un día cuando fuiste a su encuentro para darle un abrazo eterno te dejó caer contra el suelo, quizá celosa de que hubieras encontrado la felicidad en tierra. Las olas vienen y van como tu respiración pero tu cuerpo no responde, en ese momento un rayo recorre tu espalda y no sientes nada, sólo piensas en si eso es la muerte, pero no lo asimilas porque ves luces colores y gente, en un delirio imaginas haberte fundido con ella, te sientes agua, pero agua marina, notas tu color turquesa, acaricias a la gente que está en ti. Pero como todos los psicotrópicos tienen un final, este delirio tuyo también lo tuvo, quizá ése debió ser tu final, quizá los amores imposibles sean sólo eso ...

... Comenzaste un nuevo camino por recorrer, te llevaron lejos de ella, pero su aroma permanecía intacto en ti, se colaba por aquella ventana, por donde solías hacer vuelos infinitos por parajes por donde un día caminaste. Ahora sólo tienes una cama, una pizarra, y tu ventana, esa que te da la vida y te la quita. Ahora empiezo a entender tu verdad, porque la vida es vivir y no estar postrado en una cama. Tampoco es vivir el hecho de que te tengan que mover para corregir tu posición, ni es vivir el que te tengan que abrir una ventana, o darte de comer, pero si por el hecho de ser tetrapléjico no puedes amar, márchate, recorre ese camino que un día a los veinticinco años debíste recorrer y tu novia la mar no quiso llevarte con ella. Lo que está claro es que todo es blanco, que antes de esto probablemente todo fuera blanco, puro y virginal y me temo, y tú mejor que nadie lo sabe ahora mismo, que después el cielo debe ser también blanco, si es que realmente existe un cielo. Pero ahora valora porque estuviste aquí, quizá viviste no para disfrutar, ni para enamorar jovenzuelas o hacer viajes y tener aventuras increíbles sino para demostrar que se puede vivir con el sufrimiento, con la pena de no poder mover ni un sólo dedo. Me parece que tu misión aquí fue la de darnos una lección de sensatez y de humanidad increíble, no lo dijiste pero estoy seguro que se te pasó por la cabeza el pensar que el ser humano no es sólo un cuerpo capaz de moverse y desenvolverse en un medio, sino que el verdadero cuerpo humano lo tenemos en la mente, y que cada uno lo desarrolla a su antojo, sólo tu sabes como indicarnos el camino para llegar a formar un cuerpo de la mente y el alma ...

... Necesito morir con las mismas ganas con las que viví,
hasta que el aliento del mar me robó la parte de la vida
que un día entregué por no haceros más sufrir
mar adentro, mas adentro me llevaste al fin ...


A Ramón Sampedro

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