lunes, 21 de diciembre de 2009

Nunca fuimos ángeles ni demonios

Nunca fuimos ángeles, ni demonios,
solo porque no estuvimos en el paraíso,
ni cruzamos el Edén descalzos,
porque nos quisimos
con tanta fuerza que nos hicimos daño,
que acabamos con el corazón escayolado
y destruimos el puzzle
de nuestra historia en un segundo

Nunca fuimos ángeles, ni demonios,
ni nos disfrazamos de Charlot,
a pesar del bombín, el bigote y el bastón,
porque un zapato sabe mejor,
y jugamos con el mundo en nuestras manos,
como en El Gran Dictador,
por nuestro corazón,
el gran dictador de izquierdas,
que no lo podemos negar.

Nunca fuimos ángeles, ni demonios,
ni quiero que lo seamos,
me queda bien el disfraz de humano
que ayer alquilé,
me queda bien la sinceridad como corbata,
y la humanidad de abrigo,
las palabras de verdad.
No me veo en el cielo,
pero el infierno queda lejos.
No lo merecemos,
¿lo discutimos?
mis argumentos son reales,
ni tu ni yo somos lo que creemos ser,
ni jamás seremos lo que queremos ser,
ni tu ni yo olvidaremos,
como nos desnuda el amanecer.

Nunca fuimos ángeles, ni demonios,
nunca lo seremos te lo puedo prometer
aunque descendamos a las profundidades
al recóndito rincón escondido,
entre la penumbra, y la oscuridad,
entre las ascuas de las llamas,
aunque exista de verdad.

Nunca fuimos ángeles, ni demonios,
ni tenemos personalidad,
ni descubrimos las memorias
al mundo por amar,
nunca fuimos ángeles
pero te puedo contar
que el mundo que dejé
era mejor que el que me encontré,
aunque el limbo me secuestre
y no pueda salir de él.

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