Solo pido a Dios
que me regale dos estrellas
para que alumbren tu rostro,
como de día lo hace el Sol.
Dos estrellas que reflejen tu belleza.
Dos estrellas que me muestren 
como eres en la oscuridad 
del silencio más profundo,
la soledad.
Dos estrellas te den
todo lo que yo no pueda darte,
darte vida, darte aire, darte arte,
que te hagan bailar descalza sobre mí,
que me enseñen todo 
ese flamenco que llevas dentro,
que canten por bulerías
al son de los acordes del viento.
Dos estrellas que te amen 
desde lo más profundo del alma.
Dos estrellas que se amen,
como a mí me hubiera gustado
poderte haber amado.
Dos estrellas que te miren de frente.
Dos estrellas que escuchen tu mente.
Dos estrellas que digan como sienten
el más mínimo de todos los instantes.
Dos estrellas que no me hagan callar
cuando la ola del amor 
me vuelva otra noche a azotar,
y sucumba a sus profundas
aguas donde me desee ahogar.
El amor no entregado 
se rompa dentro de mi,
y me arrastre a la arena
donde tú hayas llorado,
porque dos estrellas
esta noche no han bajado.
Hay lugares donde escapamos sin necesidad de movernos del sitio, este pretende ser uno de ellos. Disfruten de su estancia y sientan las palabras.
miércoles, 16 de diciembre de 2009
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